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Tener datos no es lo mismo que saber qué hacer

Hoy, la inteligencia artificial está en boca de todos. Que si va a revolucionar los negocios, que si va a predecir todo, que si nos va a escribir los mails y a manejar la empresa. Y sí, el potencial está ahí. Pero como cualquier maquinaria potente, la IA necesita buen combustible. Y ese combustible, son los datos.

Ahora bien, no cualquier dato sirve. Si le damos a la IA información mal cargada, desordenada o inconsistente, nos va a devolver respuestas igual de chuecas. Como dice el viejo principio: basura entra, basura sale. Para poder aprovechar de verdad la IA, necesitamos trabajar primero en la base: los datos que la alimentan.

Hoy todos hablan de “gestión basada en datos”. Y claro, suena moderno, estratégico e inteligente. Pero tener datos no alcanza. Es como tener ladrillos tirados en el fondo del galpón: hasta que no los organizás, no hacés una casa.

Muchas empresas acumulan reportes, planillas, tableros, sensores y apps y sienten que “están haciendo algo con datos”. Pero si esa información no está conectada, validada y bien interpretada, no genera valor. Es ruido disfrazado de información.

La diferencia clave está en el camino: Dato → Conocimiento → Acción

Saber qué está pasando,
entender por qué,
anticipar qué podría pasar,
y decidir qué conviene hacer.

Ese es el corazón de una organización que gestiona con datos.

El problema es que ese camino muchas veces se interrumpe. Uno de los motivos: no hay datos o son prácticamente inútiles, los datos están en silos, en formatos distintos, duplicados o mal cargados. Un sistema dice una cosa, otro dice otra. ¿Cuál es el bueno? ¿Quién lo actualizó? ¿Cuándo? Si no lo sabés, estás manejando con el parabrisas sucio.

Y encima, hay que lidiar con las famosas “5V” de los datos:

Volumen: hay muchos. Muchísimos.
Velocidad: cambian todo el tiempo.
Veracidad: no todos son confiables.
Variedad: vienen de todos lados.
Validez: no todos sirven para lo que necesitás.

No es solo un tema técnico: es cultural. Se necesita lo que llamamos Cultura del Dato. Que todos, desde el Analista hasta el Jefe de Operaciones, del Gerente de Producción hasta el Gerente General, entiendan que el dato no es un trámite ni un adorno. Es una herramienta de gestión, y registrarlo mal o ignorarlo tiene consecuencias.

Porque una cosa es intuir, otra es decidir con evidencia y otra muy distinta es justificar decisiones con la versión de la planilla que más convenga.

¿Conclusión? Gestionar con datos no es tener pantallas llenas de gráficos. Es construir sentido con información confiable, relevante y oportuna. Es transformar ladrillos sueltos en una casa firme. Y eso no se hace solo con sistemas: se hace con cabeza, equipo y una buena dosis de disciplina.

Por Juan Pablo Cosentino, Profesor Asociado del área Dirección de Operaciones y Tecnología del IAE Business School.